375- Buen Vivir
Templanza
Hernando Sequera
“De los
tres enemigos del ser humano: el hombre, el mundo y la carne, el más difícil de vencer es la
carne, porque no nos podemos desprender de ella”
Las
estadísticas muestran un alto índice de nacimientos en mujeres cada vez más jóvenes,
al igual que un alto índice de abortos.
A
pesar de la crisis el consumo de licor pareciera no disminuir, así vemos cada semana como las bebidas
espirituosas ganan más terreno para mantener a muchos esclavizados a ese vicio.
Se
endeudan, desatienden compromisos importantes, venden su cuerpo. De cualquier
manera tienen que hacerse de un teléfono inteligente de última generación, ese
es su gran sueño. ¿Qué pasa? Muy
sencillo, falta templanza.
El tacto y el gusto mis apreciados amigos son dos de
los instintos más fuertes y persistentes
en la naturaleza humana tanto por su finalidad (nutrirnos y multiplicarnos)
como por el placer que acompaña su ejecución. Controlar esos dos instintos,
mantenerlos en un calabozo, fomentando solo sus actos honestos e impidiendo los
deshonestos que por defecto o exceso podamos cometer como son la gula, la
lujuria o la embriaguez es función de la
templanza.
No
en balde advertían los antiguos tal y como reza el epígrafe que inicia este
texto: “de los tres enemigos del ser humano:
el hombre, el mundo y la carne, el más
difícil de vencer es la carne, porque no nos podemos desprender de ella”.
La
templanza es bien sabido es una virtud y como tal busca dominar unas pasiones,
que también solemos llamar vicios. En el caso específico de la templanza esta busca
la moderación en la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso
de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantener los deseos en los límites de la honestidad.
¿Cómo ejercitarla? :
- Practica
la sobriedad en la comida y bebida.
- Evita
apegarte a las cosas materiales.
- La
moderación en los placeres sexuales.
- Ejercita
la templanza al moderar los caprichos y la comodidad, al contener la ira,
la impaciencia, el afán excesivo por la diversión, etc.
A
lo afirmaba el sabio Solón: “Nada
con exceso, todo con medida.”